The Bear, a su vez, tampoco se preocupa por introducirnos en un ecosistema, el de la trastienda de un restaurante, con el que ya estamos familiarizados: los colgados, los gritos, los cuchillos, el humor salvaje, las galeras, el honor y el meterse en la cámara frigorífica a llorar un poco. Esto, que las cocinas están pobladas por personajes peculiares, es algo que los espectadores ya sabemos. El cocinero nervioso, acomplejado y lleno de demonios que interpreta Jeremy Allen White tiene mucho de ese estereotipo que Bourdain más que crear sacó a la luz: los horarios locos, los vicios recurrentes, los tatuajes, el pelazo.