Mirada franca, muy castellana de ojos que todo lo ven. Para alguien como Nadal, perfeccionista y maniático en la cancha, en la ropa “no puede haber nada que le distraiga ni que moleste cuando se mueve”. Ahora, han levantado la voz contra los intentos de otros clubes por hacerse con los servicios de sus jugadores, niños que sólo tienen 8 ó 9 años, pero que llaman la atención de sus rivales.