Este deporte en su esencia y lejos de las excentricidades a los que la industria quiere condenarlo sigue siendo un bálsamo contra la desesperanza, un grito a la unión, un ejemplo del cooperativismo y trabajo de equipo, un desahogo a las penurias por las que sobrevive media humanidad y un espacio para el sueño de millones de infantes y jóvenes que en cualquier pedazo de tierra con una pelota aspiran vidas diferentes, vestir su camiseta nacional y estar en un torneo de esta envergadura defendiendo una patria y luchando por saborear unos minutos de gloria.